por: Nicolás Díaz B.
Los Crampones permiten avanzar por superficies de nieve o hielo, son las "garras" de los Montañistas, hay de varias especificaciones según la actividad (escalada en hielo, progresión sobre glaciares, rutas mixtas). Las puntas que llevan penetran la superficie y permiten mantener una pisada o progresión segura.
TIPO DE CRAMPONES Y DIFERENCIAS:
Los crampones se pueden clasificar de diversas formas por el número de puntas que tienen, por la rigidez en la construcción y por la forma de atarse a las botas:
Básicamente los crampones tienen 10, 12 ó 14 puntas, y según la utilización que les vamos a dar usaremos unos u otros.
En cuanto a la rigidez se dividen en crampones semirígidos y rígidos, e igual que el punto anterior la utilización de unos u otros viene dada por la actividad que realicemos.
Por la forma de atarse, los dividiremos en: manuales, semiautomáticos y automáticos.
SEGÚN EL USO:
Para actividades de montaña normales, con ascensiones por nieve dura ó hielo, con un grado de inclinación suave, utilizaremos unos crampones de 10 ó 12 puntas, semirígidos y manuales o semiautomáticos.
Para actividades de montaña con bastantes grados de inclinación (hasta 60º aprox.), en nieve dura o hielo, utilizaremos unos crampones de 12 puntas, semirígidos y semiautomáticos.
Cuando la pendiente es muy inclinada o escaladas sobre cascadas de hielo, utilizaremos crampones de 12 ó 14 puntas (existen unos especiales para cascadas que son monopunta), rígidos y automáticos.
PROGRESIÓN:
Caminar con crampones no tiene mucho misterio, pero hay que prestar constantemente atención a lo que haces con los pies y mantenerlos más separados de lo normal para evitar engancharce con las puntas en las polainas o los pantalones.
Todas las técnicas de cramponaje requieren equilibrio y una cadencia rítmica para no fatigarse prematuramente. Cualquier forma de escalar es más fatigosa si te detienes a cada paso, dudando como realizar el siguiente movimiento.
Técnica de los pies planos:
Utilizada para pendientes de escasa hasta mediana inclinación, se basa en mantener los pies planos a la pendiente, con todas las puntas verticales en contacto con el hielo.
A medida que aumenta la verticalidad será necesario girar la puntera del pie lateralmente, como si subiéramos por una escalera de lado. Los pies se cruzan paralelos alternativamente para posarse sobre el peldaño más alto. Las punteras y las rodillas deben dirigirse progresivamente hacia el valle. Para evitar que al dar el paso las puntas de los crampones se enganchen en la pernera del pantalón, imprimiremos a la pierna correspondiente un movimiento de hoz. La separación mínima entre el talón derecho y el izquierdo ha de ser de la anchura del pie.
Apurar esta técnica al límite supone terminar subiendo prácticamente de espaldas, como reculando con los pies hacia el valle. Tiene sus mayores limitaciones sobre hielo duro, donde se hace difícil clavar todas las puntas, y en cuanto la pendiente se empina, progresar así deja de ser práctico, ya que te ves obligado a realizar extrañas contorsiones para conservar el equilibrio. Sin embargo, siempre que algún escalón o repisa se lo permite, un buen escalador busca colocar los pies planos hasta en la escalada más vertical, y así relajar las pantorrillas del trabajo de la técnica frontal.
Un piolet corto limita esta técnica pues tiende a aproximarte a la pendiente, cuando lo que se necesita es asentar bien toda la planta del pie sobre el hielo, ya que el centro de gravedad debe estar en la vertical de los pies.
Técnica frontal o de las puntas delanteras:
Utilizada para pendientes de elevada inclinación, resulta muy natural y fácil de aprender, pues es similar a subir una escalera de frente. También es más cansada debido al esfuerzo constante de las pantorrillas, sobre todo si llevas una mochila.
Trasladando el centro de gravedad del cuerpo sobre una pierna libramos la otra con el fin de elevarla. Para clavar las puntas frontales realizaremos un movimiento pendular con la pantorrilla. Hay que prestar atención para que las puntas frontales queden perpendiculares a la superficie del hielo.
Dejar colgado ligeramente los talones ahorra fuerza en las pantorrillas y permite que la primera fila de puntas verticales, contiguas a las puntas frontales), se apoye en el hielo aumentado nuestra estabilidad, ya que actúan como un trípode estabilizando el conjunto. La tendencia a levantar los talones es el defecto más frecuente. Procura relajar los músculos de las pantorrillas para corregirlo; aunque tengas la sensación de bajar demasiado los talones, seguramente estarán ahora en su posición correcta. Separa los pies al menos la anchura de las caderas para permanecer estable, y flexiona ligeramente las rodillas.
La postura de las piernas una vez clavadas las puntas no se ha de cambiar, pues esto traería consigo un aflojamiento de las puntas frontales en el hielo. Intenta clavar las puntas al primer golpe, con una patada seca y contundente.
El trabajo de empuje se realiza en hielo vertical con las piernas. Para escalar ahorrando fuerzas, no se deben dar pasos demasiado grandes, aunque los pasos demasiado cortos tampoco resultan rentables. Más cortos cuanto más empinada sea la pendiente.
Técnica mixta:
Es la combinación de las dos anteriores, un pie avanza en técnica frontal y otro plano sobre el hielo en una posición perpendicular con respecto al primero. Esta postura mixta es muy práctica en pendientes moderadas y frecuentemente ahorra esfuerzos. Es, además, estable y segura.
Intercambia las técnicas de los pies de vez en cuando para relajar los músculos de la pantorrilla. El cambio se ha de realizar colocando los dos pies planos para, posteriormente, iniciar con el pie que corresponda avanzar en técnica frontal.
Las botas rígidas son las ideales para esta técnica.
Fuente: Iniciación al montañismo, Federación Cantabra de Montañismo.
Fotografía: Nicolás Díaz
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