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Previa

Ana Bustamante D. (Anita) René Huertas C. (Reno) y su relator Nicolás Díaz B. (Nico), amigos unidos por la montaña en el 2010 cuando realizamos nuestro primer ascenso juntos al nevado del Tolima. Tiempo después nos encontraríamos en otras salidas de media y alta montaña, pero sería en el 2013 luego de un intento fallido a causa del clima en el ascenso a la Cadena Volcánica de los Coconucos, cuando nos planteamos un futuro viaje que nos llevaría fuera de los páramos y glaciares de nuestro país. 

 

ASÍ COMIENZA

 

Un largo vuelo que salió el 19 de enero desde Medellín, con escalas en Bogotá y Santiago de Chile, llegando finalmente al otro día a Mendoza, Argentina, donde nos recibió su característico calor de verano que junto al largo viaje realizado, nos dejó solo con energías para ir a cambiar dólares por pesos argentinos y ánimos para comer y descansar.

 

Al día siguiente, tramitamos en la oficina de turismo el permiso de entrada al Parque Aconcagua, fue muy emocionante recibirlo, el resto dependería de nosotros en la montaña. Dos días más nos tardaríamos en gestionar el alquiler del equipo que aún nos hacía falta, igual que algo de alimentos y elementos necesarios para el ascenso pues no todo se puede llevar desde el país de origen, por temas de exceso de equipaje y facilidad.

 

Aprovechamos para comer bien durante nuestra estancia, disfrutando de lo que en los próximos días no tendríamos a nuestro alcance, como la buena carne argentina.

 

Y EN 7 DÍAS NOS SORPRENDIÓ EL UNIVERSO

 

Dicen que en siete días se creó el universo y todo lo que en el habita, siete días nos tomó ascender y tener bajo nuestros pies todo el continente americano.

Datos

TRAYECTO

Inicio: Horcones.

Objetivo: Alcanzar la cima más alta de América,

el Monte Aconcagua.

 

MOVIMIENTO

Días: 9

Horas: 56 h

Kilómetros: 80 km

 

ALTURA

Mínima: 2.750 msnm.  

Máxima: 6.962 msnm.

 

TEMPERATURA

Mínima: - 15º C

Máxima: 13º C

EL DÍA INVADÍA LA NOCHE

DIA 1 – VIERNES 23 DE ENERO

 

Todo listo, partimos desde Mendoza hasta Penitentes. Habíamos realizado un contacto previo para enviar en mula 60 de los 120 kilos que pesaba todo nuestro equipaje para la expedición, la otra mitad iría con nosotros.

 

Nuestro ingreso al parque fue bendecido con el aliento y la hermosa vista de la cara sur del Centinela de Piedra.

Al descender del jeep en el que llegamos, el viento soplaba con una fuerza considerable, en un momento me preocupó que aún a días de estar siquiera cerca de las laderas de aquel monte, el viento que bajaba por el cañón lo hiciera con tal velocidad. Pensar en cómo serían los vientos cumbreros dibujaba una sonrisa en mi de esas que van impregnadas de un poco de preocupación, sonrisa que pronto desapareció al levantar mi morral y saber que ese peso sería un amigo inseparable por casi dos semanas.

 

Ver detenidamente toda la cara sur del Monte Aconcagua que adornaba el cielo causó en mí una sensación extraña, fue la misma imagen que vi en internet durante más de un año, pero ahora la tenía allí en vivo y en directo, y fue eso precisamente lo que le dije a mi equipo antes de iniciar: ¡esto ya no es una foto, es la vida real, vamos a darle con toda!

 

A 2.750 msnm, cerca de las 5.00 pm dimos nuestro primer paso hacia lo incierto. Durante el trayecto inicial los turistas que bajaban en la comodidad de sus carros desde Horcones nos alentaban, alzando la mano o producían sonidos de bocina, fue muy gratificante pues de cierta manera ellos sabían que nos disponíamos a entrar a los dominios del Centinela de Piedra y respetaban eso como un mérito implícito en el hecho de lo que significa andar con un morral del tamaño y peso del nuestro, hacia ese frío, esa altura y el esfuerzo físico al que nos sometíamos. Para ellos el Aconcagua era solo una imagen de postal en sus cámaras fotográficas tomadas desde lo lejos y desde la seguridad que nosotros cada vez dejábamos más atrás.

 

Los gauchos típicos de la zona, bajaban a toda velocidad antecedidos por las mulas que finalizaban su recorrido, algunas cargadas de equipaje que provenían del campo base Plaza de Mulas, aún a dos días de camino para nosotros, y unas cuantas liberadas de tan penosa tarea venían sin peso al menos por esa vez. El polvo que se levantaba del suelo daba cuenta de la sequedad del lugar, que con el tenue sol que había a esta hora aún no resultaba un enemigo para nuestros cuerpos.

 

El primer día fue sencillo, menos de 3 horas fue el tiempo que nos tomó llegar al

campamento de aproximación, Confluencias a 3.400 msnm.

 

Armamos nuestra carpa y comimos algo, ya eran las 9.00 pm y aún no anochecía, comenzamos a ver una futura desventaja para el cuerpo en este lugar pues sería un descuadre ajustarse a la hora de ir a dormir con el sol aún presente.

AZUL PROFUNDO Y CALOR PERPETUO

DIA 2 – SÁBADO 24 DE ENERO

 

Amaneció y ya el helicóptero interrumpía el silencio del campamento, venía a recoger un cargamento cerca a la casa de los Guarda Parques.

 

Nos alistamos para salir, no sin antes habernos realizado el primer control médico obligatorio que culminó sin ningún contratiempo, así que nos dispusimos a continuar ascendiendo al siguiente campamento, Plaza de Mulas a 4.300 msnm. Nos acompañaba un cielo infinitamente azul, pero el calor era abrumador, el sol arremetía contra nosotros como si estuviéramos bajo una gigantesca lupa de algún niño malcriado, la sequedad del lugar terminaba de completar esta faena a la que éramos sometidos, los labios se sentían de papel y el sol un eterno observador que estuvo presente de principio a fin con sus afilados rayos, invadiendo los interminables valles áridos y resquebrajándolos. Las sombras parecían haberse ido de vacaciones, no fue sino hasta pasadas más de 4 horas que logramos encontrar una pared que producía una sombra bastante aceptable para detenernos a almorzar.

 

Continuamos el camino que le daba la vuelta al monte majestuoso, y cada horizonte que parecía ofrecernos el final del camino, le daba la bienvenida a otro nuevo al tomar la curva al final de cada gran recorrido.

 

Las montañas de roca se alzaban a lado y lado, custodiando los pasos de los que se aventuraban a cruzar la puna, sin viento, sin árboles, ni hojas, las piedras eran testigos mudos de nuestra presencia, de un silencio que solo era interrumpido por los cascos de las mulas que golpeaban el suelo y el gemido de un “hola” que nos cruzábamos con los gauchos que bajaban escoltando las caravanas de porteo provenientes del campamento base Plaza de Mulas, al que esperábamos llegar más temprano que tarde. El agua de unos tímidos riachuelos bajaba oscura por su amorío con la tierra, interrumpía alguno de nuestros pasos pero le daba movimiento al paisaje inerte y pausado.

 

Por fin, el tramo final introducía una pendiente considerable, significaba haber alcanzado en tiempo la mitad del recorrido, en distancia sería la más corta, y el serpentear del camino en ascenso le daría un dinamismo a nuestro avanzar. Unos cuantos cadáveres de mulas adornaban los precipicios que habían a los costados, las canastas de carga partidas al igual que los blancos huesos algunos aún con trozos de cuero, se esparcían en una gran área. La desafortunada caída significaba un descanso eterno en una tarea interrumpida por la desgracia y un banquete seguro para algún cóndor que gobierna la zona. Desafortunado sería Yo si no volvía mi mirada hacia el frente y permanecía concentrado en los pasos que me mantendrían lejos de hacerle compañía a la pila de huesos que habían abajo. El camino monótono como pueden ser a veces los ascensos, no tardó en ponerle un poco de picante al día, más adelante nos veríamos atascados junto a otro grupo de personas, en un cruce de un pequeño rio por el que acababa de bajar una avalancha de lodo y rocas. Nos tomó casi una hora gestionar el cruce.

 

Luego de casi nueve horas de recorrido, finalmente llegamos a Plaza de Mulas, la base del Monte Aconcagua, un maravilloso punto de encuentro internacional con grandes carpas que inundaban el lugar convirtiéndolo en una pequeña ciudad de Andinistas.

 

REPOSAN LA TIERRA Y LAS PLANTAS

DIA 3 – DOMINGO 25 DE ENERO

 

Un día de reposo obligatorio, en el campo base es un requerimiento y una norma para todos sin excepción. Aprovechamos para conocer la vida que normalmente transcurre allí y ver los privilegios de las expediciones que pagan para tener todas las comodidades posibles, desde el porteo del equipo, una carpa montada justo a tiempo lista para el descanso y un buena comida servida en uno de los grandes comedores de la empresa contratada, muy lejos de nuestra realidad y de la que nos enorgullecemos de afrontar. Luego de las actividades normales con las que pasas el tiempo como revisar el equipo, comer y tomar algunas fotos del hermoso paisaje que nos rodeaba, nos acercamos a la casa de Guarda Parques a esperar el turno para el segundo control médico del que luego saldríamos nuevamente airosos, la ansiedad siempre está presente aunque nos sentíamos muy bien uno nunca sabe. En el ir y venir del día nos apresuramos a investigar sobre el clima y las condiciones para programar nuestros avances, lo que logramos averiguar finalmente cambiaría todo lo planeado previamente en nuestro país.

 

Las condiciones climáticas desmejorarían drásticamente en 4 días, los vientos superarían en la cumbre unos temibles 85 km/h y tener un nuevo reporte climático para los días posteriores tardaría los mismos 4 días. A partir de ese momento la premura con la que debíamos afrontar el ascenso en los días venideros marcó la diferencia en nuestra expedición.

 

La estrategia planteada y aprobada era la de avanzar a más altura al siguiente día realizando el primer porteo, (subir la mitad de nuestro equipo a los campamentos de altura y regresar de nuevo al campamento Plaza de Mulas). Sacrificaríamos días de aclimatación, pero nos permitiría ganar tiempo y distancia con respecto a la cumbre si era el caso de tener una oportunidad con el clima; al estar lo antes posible en Nido de Cóndores 5.500 msnm, donde también podíamos obtener dicho reporte además de Plaza de Mulas, las opciones para un rápido movimiento serían ideales y así lo hicimos. 

LOS ASTROS SE MUEVEN

DIA 4 – LUNES 26 DE ENERO

 

Listos con los morrales a la espalda. Los días anteriores ya había visto otras expediciones comenzar el ascenso, aunque no por largo tiempo, uno no quiere dañarse la cabeza viendo lo que aún falta por recorrer, pero era nuestro turno. Subimos con un paso constante por un camino que poco a poco nos alejaba del campo base, que ya se veía en su totalidad desde las alturas como una maraña de carpas entrelazadas por pequeños caminos.

 

Ese día superamos nuestras expectativas, inicialmente pensábamos subir hasta el primer campamento de altura, Plaza Canadá a 5.000 msnm, pero allí nos sentimos muy bien y luego de una pausa decidimos continuar. Esta zona es hermosa aunque seca y desprovista de agua, la vista coronada por grandes rocas se extiende como un balcón que te invita a contemplar el paisaje que se abre más abajo.

 

Continuamos el ascenso tranquilamente hasta el cambio de pendiente, que luego te obliga a tomar un zigzag a la derecha casi interminable pero necesario para evitar el camino invisible que hace pensar que ir de frente es la ruta más corta, pero que te llevaría hacia una trampa donde la pendiente aniquilaría tus energías en minutos. Llegamos luego de afrontar 1.200 metros de desnivel, en 4.40 horas con más de la mitad de nuestro equipo a cuestas, para finalmente dejarlo en el segundo campamento de altura Nido de Cóndores a 5.500 msnm, lo que nos llenó de vitalidad nuevamente, éramos fuertes e imponentes en nuestro andar.

 

Estábamos felices, nuestro entrenamiento empezaba a dar muestras de lo que éramos capaces de lograr física y mentalmente. Seleccionamos nuestra zona de campamento para el próximo día, ocultamos bajo unas rocas lo que subimos y dejaríamos allí, descansamos y luego descendimos nuevamente a Plaza de Mulas.

 

Al llegar enviamos nuestro primer comunicado por internet a nuestros seguidores, parte del mensaje decía: “Hay pronóstico de fuertes vientos a partir de este jueves, así que en Nido permaneceremos hasta tener nueva información meteorológica. Un fuerte abrazo de parte de Anita, Nico y Reno. Nos estaremos reportando la próxima semana.”

 

Pasamos allí la noche, al día siguiente nos esperaba otra jornada de ascenso fuerte, subiríamos el resto de la carga.

AVES APRESURADAS RUMBO AL NIDO

DIA 5 – MARTES 27 DE ENERO

 

Un bello día como todos los anteriores, luego del tercer y último chequeo médico que nos daba acceso y libertad total en nuestro ascenso; desmontamos campamento y partimos del campo base con el resto del equipaje para realizar el segundo y último porteo hacia Nido de Cóndores a 5.500 msnm, una carga menor en volumen pero mayor en peso, nuevamente afrontaríamos 1.200 metros de desnivel, aun así al final de la jornada logramos superar el tiempo de ascenso del día anterior. Era la primera vez que cargábamos más de 20 kilos hasta esa altura y con ese desnivel, nuestro rendimiento era óptimo.

 

Subimos con las provisiones y la mentalidad dispuesta para permanecer a la espera aunque fuera por una semana completa si las condiciones climáticas lo requerían. Levantamos campamento, tratamos de descansar y quedamos a la espera del reporte, el cual actualizarían a las 8.00 pm del día siguiente. Sería nuestra primera noche a tanta altura, en el lugar que muchas veces oí y temí tiempo atrás, pues las historias de complicaciones de salud y atención en rescates ocurrían allí.

MAS QUE HUMANOS, ENCARAMOS EL ASCENSO COMO ANIMALES

DIA 6 – MIÉRCOLES 28 DE ENERO


Pasadas las 9.00 am nos despertamos sin afanes pues se suponía que ese y tal vez algunos días siguientes serían de quietud y aclimatación. Aunque un patrullero de rescate ya se había acercado a nuestra carpa a preguntar algo que ninguno le entendió, aproveché la ocasión para preguntarle a qué hora estaría el nuevo y tan esperado reporte del clima y al obtener la respuesta que se suponía debía ser, 8.00 pm, no quedaba más que esperar. No fue sino hasta pasadas las 11.00 am que sentí uno de esos llamados en la cabeza a los que uno debe hacer caso. Pensé en acercarme al puesto de control de los Guarda Parques para entablar cierta cercanía previa y no verme como un buitre interesado solo en saber el reporte climático que tendrían en la noche, aunque así lo fuera.

 

Una rescatista estaba parada afuera del puesto de control mirando a través de sus binoculares la parte alta del Aconcagua velando por la seguridad de los que se encontraban allí seguramente, Yo no podía ver nada. Me paré a unos escasos metros de ella pensando en no interrumpirla, como el que no quiere la cosa, y más bien regresar a nuestra carpa y esperar la noche, pero justo en ese momento ella baló los binoculares y me saludó. Así que me olvidé del tal puente amistoso que haría y pregunté de inmediato por el reporte, me respondió: ya lo tenemos, entra al puesto de control que ahí te lo dan. Un alivio total, por una milésima de segundo nuestra historia estaría siendo contada de otra manera.

 

Interrumpí la charla de los Guarda Parques que estaban sentados al interior y les pregunté por el reporte, me señalaron el fondo de la carpa donde había un pequeño papel con un contenido que no lograba descifrar, pero luego de pedir ayuda logré entenderlo. Decía que habría una ventana de buen tiempo al día siguiente jueves 29 de enero, la velocidad del viento estaría en 35 km/h, los días posteriores incluso hasta comienzos de febrero pasarían de los 80 km/h a más de 100 km/h. Regresé rápidamente a nuestra carpa como si llevará un tesoro en mis manos y así era. Evaluamos la situación que en conclusión nos dejaba dos opciones, aprovechar esa última ventana de buen clima del siguiente día o esperar literalmente una semana por un reporte que podía ser mejor o tan malo como el que tenía en mis manos, con la desventaja de que para entonces ya no tendríamos comida. 


Optamos por la primera opción, eso significaba que debíamos trasladarnos ese mismo día al cuarto y último campamento de altura, Cólera a 6.000 msnm. Desmontamos campamento y comenzamos nuevamente el ascenso, la oportunidad de hacer cumbre al día siguiente significaba sacrificar el reposo, esforzarnos otro día seguido y continuar en movimiento.

 

Eran casi las 6.00 pm, Reno no se sentía muy bien ese día, así que nos detuvimos en el tercer campamento de altura, Berlín a 5.960 msnm, desde allí atacaríamos la cumbre en la madrugada del siguiente día.

REPOSANDO NUESTROS CUERPOS SOBRE AMÉRICA

DIA 7 – JUEVES 29 DE ENERO

 

Era el último ascenso de esta expedición, la tensión se sentía en cada uno de nosotros, apurados por cumplir con nuestra hora de salida 5.00 am y por estar listos para alcanzar nuestro objetivo. Este día daría cuenta de toda nuestra preparación.

 

Con paso firme, constante y decidido fuimos ascendiendo y ganando altura, superando los obstáculos tangibles e intangibles, propios de un fuerte ascenso. El viento, nuestra agitada respiración y los incontables pasos de nuestro andar que hacían crujir la arena y las pequeñas rocas en el suelo, interrumpían suavemente el silencio de la noche.

 

A las 6.34 am todos nos detuvimos en un cambio de dirección llamado Piedras Blancas para tomar un respiro, desde allí divisamos una de las escenas más increíbles que hayamos visto, el sol apenas se asomaba pintando los valles orientales de naranja, la luz que producían sus rayos chocaba contra el monte y daba vida al otro costado en los valles occidentales, a una sombra casi perfecta y piramidal que se extendía sobre el manto de nubes bajo nosotros, el imponente Aconcagua nos seducía. Fue suficiente su sombra para maravillarnos e intimidarnos, era una señal que nos recordaba el privilegiado lugar en el que nos encontrábamos y de lo que aún nos faltaba por subir.

 

Pasado el medio día estábamos en La Cueva a 6.650 msnm, punto de inicio del tramo final y crucial del recorrido, La Canaleta, más de 300 metros de ascenso de pura resistencia en un terreno que para conectar la cima no te va a consentir. Alguien escribió alguna vez “Es el lugar mítico del Aconcagua, donde se producen más abandonos. Es la llave al Aconcagua. Quien supera La Canaleta alcanza la gloria. Es inverosímil vencerla y no conocer la cima. Es un lugar temido y respetado. Era nuestro último combate”

 

Y así fue, el terreno ametrallado de pequeñas piedras y arena hace que cada paso ponga a prueba tu paciencia. Es bastante extenuante para el cuerpo y la mente, y un lugar donde debes controlar aún más la ansiedad y la respiración de forma profunda y pausada. Pero superado el mito, las puertas de la cumbre se abren en el Filo del Guanaco a 6.800 msnm, un estrecho sendero que une las cumbres sur y norte del Aconcagua y te deja a tan solo unos metros de la tan ansiada cumbre, en este punto nada es racional, tu espíritu es el que bombea tus pasos y te impulsa a seguir. Mi cuerpo seguía avanzando como un imán atraído por la cumbre que permanecía paciente e indiferente a nosotros. Volví la mirada y veía a Reno subir tras de mí y a Anita tras de él, los tres nos movíamos lenta y constantemente como aquellos que peregrinan por siempre.

 

Finalmente, a la 1.57 pm, el equipo Huella de Montaña llega al punto más alto del continente americano, el Monte Aconcagua!! LO LOGRAMOS EN NUESTRO PRIMER INTENTO!! Una flecha puesta en el blanco.

 

Fuimos un equipo perpetuando un legado, fuimos todo un país en el Techo de América!!! Anita, Nico y Reno a 6.962 msnm, con la inmensa alegría de haber cumplido la meta que nos habíamos trazado más de un año atrás, cuando todo comenzó con la idea de subir El Aconcagua y luego se convirtió en todo un proyecto de Montaña. Ese propósito fue el que quedó en la cima inscrito en la placa que dejamos allí sobre la cruz que adorna el punto más alto de los Andes:

 

"Nuestro objetivo, más que el de alcanzar una cima, es el de usar nuestros cuerpos para prolongar un legado que yace en lo más alto de las montañas, de una actividad donde el hombre y la naturaleza conviven en mutuo respeto."

Orgullosos de nuestro continente, de los Andes majestuosos y de nuestra bandera colombiana.

PATROCINADORES EXPEDICIÓN ACONCAGUA 2015

Huella de Montaña Montañismo Equipo de Alta Montaña Colombia
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